Dividendo Social | Plan de Acción
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Diecisiete son los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y 169 sus metas, refrendados por 193 países en septiembre de 2015. Son la nueva hoja de ruta de y hacia la sostenibilidad marcada por Naciones Unidas. 17 objetivos y un único fin: la sostenibilidad. Pero… ¿por qué hablamos de sostenibilidad en pleno siglo XXI? ¿Por qué 17 objetivos que proponen un mundo sin pobreza, sin hambre… un mundo que vele para por la sostenibilidad planetaria, la salud y el bienestar, la educación de calidad, de igualdad de género, de agua para el desarrollo sostenible, de diversidad en los ecosistemas, de trabajo decente, ciudades sostenibles y resilientes? ¿Por qué este llamamiento a que los agentes sociales –públicos, privados y sin ánimo de lucro- entren en acción? ¿Por qué hay que dejar atrás las meras declaraciones de intenciones? ¿Por qué en un marco de alianzas? ¿Por qué la necesidad de implementar estrategias de Responsabilidad Social (RSC) como herramientas para la consecución de los ODS?

La respuesta está meridianamente clara. Ninguna empresa ni organización, tal y como adelantamos en el post “Objetivos de Desarrollo Sostenible: ODS, el único futuro posible”, puede prosperar a menos que las personas y el planeta prosperen. Y este punto de partida incluye asegurar que el mundo está dispuesto a aceptar que el modelo productivo anterior ha resultado, a todas luces, injusto, ineficaz e ineficiente. Si algo nos queda de la crisis son las lecciones aprendidas. Y esto requiere asegurar, como leemos en la “Guía para el liderazgo de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Un enfoque basado en principios”, que el mundo esté en camino de poder cumplir con los 17 ODS. “La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible es un plan de acción para las personas, el planeta y la prosperidad”. Garantizar el cumplimiento de los ODS es crucial para que en un futuro no tan lejano, que hemos de empezar a escribir hoy, hablemos en términos de sostenibilidad, gobernanza, justicia, transparencia y ética.

 ODS, medición y comunicación

“Sin embargo –tal y como se afirma en el monográfico de la Red Española de Pacto Mundial, “ODS, Año 3. Una alianza global para la Agenda 2030”- tres años después de que los 193 miembros de Naciones Unidas aprobaran la Agenda 2030 entre numerosos aplausos, debemos mostrar acción e impacto a mayor escala. Para lograr el impulso necesario y el cambio exponencial requerido para la consecución de los ODS, es evidente que necesitaremos encontrar formas más eficientes de medir y gestionar el progreso en cada una de las metas a fin de garantizar que nuestra ambición común se corresponde con el impacto requerido. Serán necesarias también mejores fórmulas de comunicación por parte de las empresas, especialmente en relación a los impactos sociales y a las actividades en la cadena de suministro. Son enormes desafíos, pero, por primera vez, tenemos un marco que nos permite unirnos en acciones conjuntas para lograr el mundo que todos queremos. Si trabajamos juntos, en alianza, podremos lograrlo…” (Pacto Mundial, 2018)

Es evidente, pues, que todos, en un maridaje perfecto -gobierno-ciudadanía-empresa-tercer sector- estamos llamados por igual a desarrollar un papel significativo de cara a la consecución de estas aspiraciones que, ahora sí, nos permitirán hablar de un mundo global y globalizado, con toda la grandeza de la expresión, y todas sus consecuencias.

En Dividendo Social, lo tenemos claro. Apenas tres años después de la histórica aprobación de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, creemos poder afirmar que estamos ante uno de los retos más necesarios para la sociedad del siglo XXI, y, contradictoriamente, ante los grandes desconocidos por la ciudadanía, por la empresa y por las organizaciones del tercer sector, sin las que es imposible avanzar hacia un mundo más justo, solidario y equitativo.

Naciones Unidas alienta un marco de alianzas entre los agentes sociales, y apremia ahora que el sector empresarial y privado entienda también su papel y la necesidad de ponerse en acción e implicarse con unos objetivos y unas metas que son de todos. Y que su papel, como agente del cambio, como motor de la economía e innovación, requiere soluciones e implicaciones creativas para promover las semillas de un nuevo modelo productivo, en el que “no todo vale”.

Agenda 2030, oportunidad de negocio

Pero hablar en términos de ODS y RSC es hablar también de nuevas oportunidades de negocio y de mercado para las empresas y organizaciones que hacen de la gestión de la responsabilidad social corporativa, responsabilidad social competitiva.

¿Cómo implicar al sector privado en la consecución de los ODS? Urge, entre otros:

  • Integración y gestión de principios de RSC
  • Estrategias de comunicación para poner en valor el camino emprendido hacia la sostenibilidad
  • Información a los grupos de interés (stakeholders) externos e internos sobre el alcance de las medidas y las decisiones
  • Involucrar a toda la cadena de valor y de aprovisionamiento
  • Planes de incentivación, concienciación, y sensibilización por parte de las Administraciones centrales y locales

 

Y, sobre todo, hace falta Valor con Valores, para dar el salto definitivo hacia la sostenibilidad.

Dividendo Social te ayuda a asentar las bases para una estrategia de gestión de RSC en la senda de la sostenibilidad y la Agenda 2030 (ODS) y a poner en valor con estrategias de comunicación, el valor de tus acciones.

 

Partamos de una evidencia. Ninguna empresa ni organización puede prosperar a menos que las personas y el planeta prosperen. Y este punto de partida incluye asegurar que el mundo está dispuesto a aceptar que el modelo productivo anterior ha resultado, a todas luces, injusto, ineficaz e ineficiente. Si algo nos queda de la crisis son las lecciones aprendidas.

 

Asumir los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los ODS, herederos de los anteriores Objetivos del Milenio, como nueva y única ruta de la sostenibilidad, es caminar en el buen sentido. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, con 17 objetivos claros y definidos, con 169 metas universales, representan la oportunidad para que las personas, el Planeta y las organizaciones dirijan sus pasos en un mismo sentido. Y es que, si no garantizamos un futuro viable desde el presente, de nada servirá ningún otro tipo de esfuerzo futuro.

 

ODS, nuevos retos para la empresa

Los ODS representan la oportunidad única de crecer y producir sin poner en riesgo la mismísima viabilidad del entorno ni el futuro de las generaciones presentes ni de las que están por llegar.

¿Acaso pueden las organizaciones prosperar en un mundo de pobreza, desigualdad, conflicto, inestabilidad y estrés ambiental? Obviamente, no.

Contribuir, pues, a la consecución de los ODS y sus respectivas metas, es contribuir a la propia sostenibilidad y viabilidad de la organización, cualquiera que sea su naturaleza.

 

ODS, nuevo plan de acción impulsado por el Gobierno

Hasta ahora, sin embargo, los ODS han sido la gran asignatura pendiente de España. Los grandes desconocidos. Sin embargo, desde esta misma semana, julio de 2018, las organizaciones cuentan con un nuevo Plan de Acción, impulsado por el Gobierno, que hace suya la estrategia de Desarrollo Sostenible como única estrategia posible.

Un Plan de Acción y Transición, que alude a la necesidad de implantar urgentemente la Agenda 2030 de Naciones Unidas en nuestro país. Un Plan que impulsa y sugiere “de forma inmediata nuevas políticas, medidas, Gobernanza y métodos de trabajo y conducirá, como uno de sus principales resultados, a la adopción de una Estrategia de Desarrollo Sostenible 2020 – 2030, que represente un proyecto de país compartido ampliamente y desde una visión de Estado. Una estrategia cuya elaboración, deliberación y negociación debe arrancar de forma inmediata y que debe abordarse, necesariamente, de forma reflexiva y sosegada”.

 

ODS y la Responsabilidad Social (RSC)

Y es que el Planeta no puede aguardar más. La gestión socialmente responsable de la empresa y de la organización, la integración de los principios de RSC como base de gestión estratégica y de negocio, representa una verdadera salvaguarda tanto de la propia viabilidad empresarial, y un salvoconducto para identificar nuevas oportunidades y nichos de negocio. La identificación del riesgo representa una incuestionable oportunidad de negocio.

Y a modo de conclusión, una cita de Albert Bosch, a propósito de la competitividad de la RSC: “Ser social y medioambientalmente responsable no tiene que suponer mayor coste, sino que puede y debe convertirse en un factor clave para el mejor rendimiento y el futuro de la empresa. Nunca en la historia de la humanidad hemos tenido tantas posibilidades de influir en el mundo, pero este enorme poder puede convertirnos en armas letales o en constructores de un gran futuro. Todas las personas y todas las organizaciones tienen gran capacidad de impacto en la sociedad y en el medioambiente, pero seguramente las empresas, por el ritmo y alcance de su actividad, pueden causar efectos muchos más potentes. Las empresas son quizá el principal agente de cambio para diseñar y crear una sociedad más equilibrada y globalmente feliz en el futuro, pero para ello tienen que decidir si quieren ser parte del problema o parte de la solución.”